Por: Yasser Zola.
Y me pregunto ¿Quién es este ser
dorado? La arena es una cortina endeble. El sol hace juego con ella, pero es
permanente. Y me pregunto ¿Es aquél un
representante del sol? Su piel es extraña. De un color vibrante. Casi amarillo.
Y me pregunto ¿Me guiará a la salida de este torpe laberinto? Y como respuesta
el ser dorado ha liberado a otro ser. Es un ser que flota. ¿Nada en el aire?
¿Qué es este nuevo ser? Me asusta. ¿Será venenoso? ¿Su ponzoña actuará de
inmediato? El ser-ave se expande y aletea. Corro hacia él para defenderme, pero
ya muy cerca, se ha contraído. ¿Quién ha gemido en sonido de jauría? Recién me
he percatado. Son otros seres que están alrededor. Son como el ser dorado pero
sin brillo. ¿Qué hacen allí? ¿Están atrapados como yo? ¿Por qué no bajan en
manada para terminar este hostigamiento?
Detalle del último cartel diseñado para una corrida en Barcelona, en 2011, del artista español Miguel Barceló. |
El ser-ave se ha expandido y
nuevamente aletea. ¿Así es como esparce su veneno? Corro nuevamente hacia él.
Busco lastimarlo para que detenga este baile de muerte. Nuevamente la jauría ha
gemido. Un gemido de éxtasis fuera de lugar en este juego de miedo. ¿Estarán
bajo un hechizo? ¿Es el delirio causado por el veneno del ser-ave? Y éste de
nuevo se ha contraído. Es muy ágil ¿A cuántos como yo habrá lastimado? ¿Y el
ser dorado no lo ha detenido? Con esa piel de dios lejano y ¿no puede
intervenir?
El ser-ave vuelve al ataque. Yo
soy fuerte y he resistido a su veneno diluido en el aire. ¿Cuánto tiempo me
queda antes que empiece a gritar extasiado como los otros? ¿Dejaré de ser yo
para unirme a ese coro infernal? ¿También asistiré a otro espectáculo necio con
uno de los míos? Tengo que ser más inteligente. Tengo que ir hacia el ser dorado.
Tengo que exigirle que deje de torturar al ser-ave, porque ése es el juego.
Corro hacia el ser dorado. Lo lastimaré para que despierte de este mecanismo de
reloj. Mi cornamenta me es útil. Y cuando ya estoy muy cerca aparecen otros
seres. Como si el ser dorado se hubiera
multiplicado. Laberinto de espejos. ¿Quién es el ser dorado? Hay uno que parece inofensivo. No tiene al ser-ave. Me acerco hasta él rápidamente rozándole el
cuerpo para asustarlo. Pero él ha sacado
sus garras, y esta vez el gemido enajenado de los otros, los de arriba, ha sido
acompañado por un dolor en mi carne. Muy
tarde me ha dado cuenta de lo que escondía el ser dorado. El dolor es leve,
pero es un dolor raro en este entorno extraño.
Las garras han quedado colgando de mi piel. Es un animal endeble pero
ruin. He fijado en mi mente la forma de
caminar del ser dorado. Es él a quien
tengo que doblegar. Es el sol en este
universo de baratija. Pero sus duplicados se interponen con el ser-ave. Copias aborrecibles me rodean. Y nuevamente sin darme cuenta las garras
inútiles del ser dorado se han aferrado en otro punto de mi cuerpo.
Ahora debo parecer un esperpento. Monstruo de feria. Me he alejado un poco para verlos a todos. Para entender este desorden. Códigos perversos. Hábitat insano. Solo el sonido de mi pesada respiración está
de mi lado. Estoy solo. Rodeado de animales extraños. Cualquier intento de comprenderlos es
estéril. Los seres repiten los pasos,
los movimientos insensatos. Y no
aguantaré esta pesadilla infernal. No participaré de este teatro de locura. Embestiré
al ser dorado. Haré justicia sobre este infeliz destino. Tomo la distancia necesaria. Lo miro con ojos
anegados en odio. Y corro hacia él. Mi cornamenta es mi derecho. Y nos chocamos.
Lo he lastimado. Pero él me ha lastimado más con un aguijón gélido. Los dos caemos. Me doy cuenta de que un
líquido oscuro empieza a empapar la arena debajo mío. Mi respiración se
atropella con mi lengua. Caigo pero no
hay hoyo. Y cuando con mucho esfuerzo miro
hacia el ser dorado, éste se encuentra rodeado de sus duplicados. Lo están
cargando cuidadosamente. ¿Por qué tanta atención al verdugo? ¿A dónde lo
llevan? ¿A sanarlo para que vuelva a montar este circo de muerte? Animales
absurdos. Mi cuerpo está roto. ¿Es este
líquido la ira hace poco contenida? Todo
se derrama pero este infame tiovivo sobrevivirá.
Sobre el Autor
Yasser Zola. Economista que escribe cuentos.
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