Este libro va de la creación y la ruina de una utopía.
Alentada por su pastor, una comunidad de creyentes abandona Moyobamba para internarse en la selva y fundar un poblado ejemplar, lejos de los vicios y tentaciones de las ciudades. La parábola es efectiva: nadie puede alejarse del mal porque este reside dentro de uno. La amenaza constante de un grupo paramilitar, el secuestro de los hombres del pueblo, el uso político de la fe por parte de cínicos pastores, el nacimiento de criaturas repelentes, la orfandad masiva de los hijos y la violencia como cotidiana moneda de cambio, son algunos de los obstáculos que impiden el éxito de Zapote, nombre de la tierra prometida en la que transcurren todos los textos. Solo las pulsiones corporales, que atraviesan con fuerza las historias, parecen capaces de darle orden y sentido a las vidas de los personajes. En ese contexto, la repetida mención del inmutable río Huascayacu —mezcla de frontera, cementerio, patio de recreo y pila bautismal— sirve, por contraste, para probar la primacía de la naturaleza frente a la inconstancia de los proyectos humanos.
Por la estrecha relación entre las tramas de sus piezas, "Los sacrificios de la carne" funciona mejor como novela que como colección de cuentos, por lo que es recomendable leer el libro de un tirón. Felizmente, la prosa del autor facilita el trámite: más que contar, Jhemy Tineo Mulatillo insinúa, sugiere. Enemigo de la verborrea, poda y destila el relato de los avatares de sus personajes con frases cortísimas —pero repletas de información— y precisión de microrrelatista. Incluso se da el lujo de contar la historia-marco general en un orden distinto al cronológico, sin perder contundencia y alentando la relectura, para que el lector atento compruebe que, lo que a primera vista podrían parecer cabos sueltos son, en realidad, nudos narrativos muy bien atados.
Más información:
- "Los sacrificios de la carne" fue ganador del Premio José Watanabe de cuento de 2021, convocado por la Asociación Peruana Japonesa
- El autor, Jhemy Tineo Mulatillo, es natural de Moyobamba, Perú
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