Un relato de
Truman Capote.
Se publicó originalmente en la revista
Mademoiselle en 1956, pero se volvió popular porque Capote y Random
House decidieron editarlo como un libro independiente en 1966, el mismo
año en el que se había publicado la que sin duda es su obra más
importante y celebrada: A sangre Fría. El cuento largo se convirtió así
en un éxito comercial que tuvo incluso más de una adaptación televisiva. Curiosamente, Un recuerdo de Navidad se ambienta en la modesta
niñez que vivió Capote en Alabama, en el seno de su familia materna. Su
protagonista, una mujer casi anciana pero anclada en su niñez y soledad,
es descrita como la única amiga del narrador, un niño de siete años.
Son dos personajes a quienes hermana la inocencia y un entusiasmo
entrañable por las navidades que Capote, con maestría, jamás deja caer
en lo cursi.
Un recuerdo de Navidad
Imaginen una mañana a fines de noviembre.
Una mañana al comienzo del invierno, hace más de veinte años. Piensen en la
cocina de un viejo caserón de pueblo. Su característica principal es una estufa
negra enorme; pero tiene también una mesa redonda muy grande y una chimenea con
un par de mecedoras, frente a ella. Precisamente hoy comienza la estufa su
temporada de rugidos.
Una mujer de gastado pelo blanco está de
pie junto a la ventana de la cocina. Tiene puestas unas zapatillas de tenis y
un pulóver gris muy deformado sobre un veraniego vestido de algodón. Es pequeña
y vivaz, como una gallina bantam; pero tiene los hombros horriblemente
encorvados, debido a una prolongada enfermedad juvenil. Su rostro es notable,
semejante al de Lincoln, igual de marcado, y teñido por el sol y el viento;
pero también es delicado, de huesos finos, y con unos ojos de color jerez y
expresión tímida.
—¡Dios mío! —exclama, y su aliento empaña
el cristal—.¡Ha llegado la temporada de las tartas de frutas!
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