Una lectura de "Una sola forma de crecer en público" de Malena Newton.
Hay
más política en los pequeños dramas cotidianos que en los diarios y los
hemiciclos. En esa lógica, los protagonistas de los diez cuentos de
este libro pertenecen al partido de los inconformes, de los peleones.
Quieren rascarse donde pica, cambiar las cosas (en casa, la escuela, el
trabajo) negociando con interlocutores incapaces de entenderlos o
rompiéndolo todo. Da igual si triunfan o no. Lo que aquí vale es
sacudirse.
Ahí está, por ejemplo, la colegiala tránsfuga
dispuesta a lo que sea por congraciarse con el bando de las populares. O
la chica que quiere firmar la paz, sin retractarse, con los padres a
los que ofendió. O los hermanos mayores que pretenden “liberar” a los
menores (de una tara familiar en un cuento; de la influencia paterna en
otro). O la novata periodista que desafía las cómodas versiones
oficiales de los veteranos. O la madre que arriesga su poder por
sincerarse con su hija. Por no hablar de los niños que construyen
utopías para prescindir de sus mayores.
Malena Newton, la autora,
maneja con astucia la tensión de sus íntimas insurrecciones. Sabe meter
el freno en los momentos justos para detenerse a mirar —a través de los
agudísimos ojos de sus criaturas— las realidades que cuestiona, con un
estimulante mix de desenfado y poesía.
El libro ya está disponible en todas las librerías (y también en versión electrónica, que es la que leí, vía Amazon).
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